Se podría decir sin miedo a equivocarse que, en una España tan dada a reírse de sí misma, la comedia es el género nacional. Más si cabe en el cine. La cultura humorística audiovisual en el país ha gozado de gran popularidad a lo largo de su historia, con un nutrido grupo de directores, actores y actrices que han hecho de la gracia, virtud. Tal es el caso del intérprete Paco Martínez Soria, cuya cómica puesta en escena conecta con el público sin importar cuantas generaciones hayan pasado. FlixOlé reivindica la figura de este genio de la risa con una colección compuesta por los mejores momentos del más ocurrente de los abuelos.
El actor alcanzó la fama a la edad de 63 años al brindar al espectador uno de los personajes más graciosos, entrañables y queridos del cine español. Éste fue el de pueblerino avispado que, boina en la cabeza y con una cesta llena de gallinas en el brazo, dejó el campo para plantarse con su acento maño en Madrid. Dicha icónica escena de la taquillera película La ciudad no es para mí (Pedro Lazaga, 1966) hizo de Paco Martínez Soria todo un fenómeno social.
A partir de ese momento, el cómico protagonizó numerosas películas que mantuvieron la esencia del personaje de Agustín Valverde (papel que desempeñó en La ciudad no es para mí); así como otra suerte de arquetipos, que siendo similares, tenían roles distintos al del paisano campestre. La gran mayoría de estos filmes registraron cifras récord de público en sus estrenos, y muchos superaron el millón de espectadores en salas. Transcurridas varias décadas, dichas cintas conservan el tirón entre el espectador, con unas cotas de audiencia envidiables en el cine español.
Especial homenaje en FlixOlé
Además del éxito arrollador de los largometrajes, los mismos también se han erigido con los años en un retrato, en clave de humor, de los cambios que experimentó el país en los años 60 y 70, durante el denominado desarrollismo. El éxodo rural, la llegada de turistas a las costas españolas y la imagen de modernidad que la dictadura intentó vender al exterior se convirtieron en chascarrillos pronunciados por un maduro abuelo que vestía pantalones de pinza y bebía en porrón.
La plataforma de FlixOlé acerca el imprescindible papel que interpretó Paco Martínez Soria en ese cine a través de dos estrenos: El precio de la risa (Gabriel Lechón, 2017), documental que recorre la vida del actor natural de Tarazona (Zaragoza), y que aborda tanto su filmografía de hombre rústico de gran corazón, como su faceta menos conocida de empresario, director y productor teatral; y Cómicos nuestros: Paco Martínez Soria (Ramón Verdet, 2021), donde José Corbacho repasa la cartera de chistes del turiasonense junto con otras caras conocidas como Concha Velasco, José Sacristán o Pepe Viyuela.
El precio de la risa se incorporará al catálogo de FlixOlé en el mes de julio, mientras que el documental Cómicos nuestros: Paco Martínez Soria ya se puede disfrutar en la colección que FlixOlé ha programado para homenajear al actor; el mayor listado de títulos sobre el cómico disponible en una plataforma. En la misma también se podrán encontrar los pinitos que el actor hizo antes de llegar al estrellato, como El difunto es un vivo y Un enredo de familia (ambos dirigidos por Ignacio F. Iquino en 1941 y 1943 respectivamente); y las populares astracanadas que siguieron a La ciudad no es para mí, muchas de las cuales interpretó a las órdenes de Pedro Lazaga.
En concreto, el espectador podrá ver o revisitar ¿Qué hacemos con los hijos? (1967), comedia que relata el contraste entre las generaciones que vivían bajo un mismo techo; la también taquillera El turismo es un gran invento (1968), sobre el boom de guiris, chiringuitos, playas y hoteles; Abuelo made in Spain (1969), con un guiño inicial al problema de la despoblación en las zonas rurales; Don Erre que erre (José Luis Sáenz de Heredia, 1970) y sus desternillantes escenas a cuenta de la terquedad del actor principal… Así hasta llegar a la última película que protagonizó Martínez Soria: La tía de Carlos (Luis Mª Delgado, 1982), donde el artista cambió la boina por la peluca.
Prensa