A partir del viernes 29 de noviembre estará disponible en Filmin «¿Quién teme al pueblo de Hitler?», el último documental de Günter Schwaiger, seleccionado para representar a Austria en los Premios Goya. La película habla sobre el pueblo natal del Hitler, Braunau, donde se encuentra la casa en la que nació, y el debate de qué hacer con ella.
El director acompañó durante cinco años la polémica alrededor de la reutilización de la casa desde el cuestionamiento del cliché de la «ciudad nazi»,y acabó haciendo sorprendentes descubrimientos en un camino que le acabó conduciendo a su propia historia familiar.
El documental fue cambiando durante esos años, al mismo tiempo que lo hacía la idea de darle un nuevo uso al edificio, desde que fue expropiado por el gobierno para evitar la peregrinación peligrosa de fieles del Führer. “Inicialmente, íbamos a acompañar a un grupo de discapacitados cognitivos que iban a entrar en la casa natal de Hitler, lo cual parecía un enfoque positivo. Sin embargo, luego se decidió que la casa sería ocupada por la policía, lo que fue sorprendente y decepcionante”, explica Schwaiger. Esta decisión final coincide, paradójicamente, con lo que el dictador hubiera querido: “Encontramos un documento que creó un revuelo enorme, en el que Hitler, en 1938, declara que le gustaría que su casa natal fuese destinada a un uso administrativo del partido».
Detrás de esta decisión hay una problemática mayor sobre historia y memoria. Lo que el director piensa que el gobierno pretende con esto es la “neutralización” de la vivienda, cuando lo único que supone es tapar el pasado, echar tierra por encima. “El gobierno decidió cambiar la fachada de la casa y trasladar la piedra de la memoria, lo que simbolizaba, para mí, un intento de lavar la historia en lugar de confrontarla”, expone. La piedra de la que habla es una losa del campo de concentración de Mauthausen en la que puede leerse «Para la paz, la libertad y la democracia. Nunca jamás fascismo. Millones de muertos lo advierten». Con esto solo se consigue silenciar el pasado y perpetuar el desconocimiento: “Austria es un país reprimido, no sabíamos nada de nada, nada de los crímenes, todos éramos más o menos inocentes. Y esa pregunta siempre me ha seguido preocupando, porque intuyes que se ha construido una mentira intencional. Nos persigue la idea de que la mayoría del país, apoyó a Hitler directa o indirectamente, pero también nos persigue el silencio porque muchas familias no saben qué hicieron sus abuelos”.