La primera película como director Miguel Morillo sigue el proceso de transformación del músico Kai Landre, que ha instalado un chip en su cuerpo para ampliar su percepción sensorial.

El jueves 5 de diciembre Filmin estrena en exclusiva el documental «Cyborg Generation», el primer largometraje dirigido por el malagueño Miguel Morillo Vega que tuvo su premiere mundial en el festival Visions du Réel de Nyon y recientemente ha pasado por la Seminci de Valladolid. Rodado a lo largo de cinco años, la película sigue el proceso de transformación transhumanista del músico barcelonés Kai Landre, que ha decidido someterse a una operación para implementar en su cuerpo un dispositivo, diseñado por él mismo, que le permite escuchar los rayos cósmicos. Kai Landre ha querido así ampliar su percepción sensorial para expandir sus creaciones musicales, lo que le ha llevado a ser definido como «el primer músico cyborg del mundo».

Miguel Morillo reflexiona en su documental sobre nuestra relación con la tecnología, recordándonos que, más allá de robots o alienígenas, la ciencia-ficción tiene mucho que ver con la reflexión alrededor de nuestra identidad. «Me interesó mucho que alguien tan jove como Kai tuviera las ganas de explorar de otra manera la realidad que le rodea», explica el director. Morillo reconoce los miedos que sintió durante el proceso de elaboración de la película, donde convivían su labor como cineasta con su faceta humana y su amistad con Kai Landre. «Recuerdo que el día antes de la operación le dije a Kai que no se operase, que yo no quería ver cómo le operaban», reconoce. Aunque no quiere dar muchos detalles sobre ello, el propio Kai afirma que «las complicaciones de rechazo de implante y posibles complicaciones durante la operación, podrían haber hecho de este proceso algo letal».

El director explora en «Cyborg Generation» la relación entre el transhumanismo, la tecnología y la religión. «Los católicos creen que Dios nos ha dotado de una serie de sentidos con los que percibimos lo que nos rodea, y el simple hecho de querer ampliar esos sentidos puede ser contrario a la fe en este sentido». Para quienes puedan sentirse abrumados por la supuesta complejidad del tema que aborda la película, Morillo responde: «A través de las animaciones y del sonido vamos introduciendo al espectador a todo lo relacionado con la tecnología, de una manera simplificada, para todos los públicos, para que lo puedan entender del mismo modo un científico y mi abuela».

Morillo afirma que la incertidumbre fue el mayor reto de la película: «No teníamos un final claro, aunque eso es algo que comparten muchos documentales. Cuando tienes una meta clara y una linea narrativa muy marcada, más o menos sabes a qué atenerte. Nosotros íbamos un poco a ciegas. No sabíamos si Kai iba a encontrar a alguien que le operase, si iba a conseguir que la operación saliese bien, etc.».

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