A Zeynep Altin se le está acabando la paciencia: trabaja demasiado, su marido, su hija y su padre la menosprecian… Y para colmo, la funeraria le ha puesto a su querida y difunta madre un traje de hombre en vez de su vestido favorito.
Esa es la gota que colma el vaso de Zeynep, que decide huir de Múnich e instalarse en la cabaña que su madre compró en secreto en una isla de Croacia. Allí, Zeynep confía en poder disfrutar de algo de paz y tranquilidad, y en reencontrarse consigo misma. El problema es que el antiguo propietario de la cabaña, el rudo isleño Josip, sigue viviendo en la misma parcela.
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